11 de abril de 2008

La reina de México



"Los diamantes no son la vida, ah, pero como quitan los nervios"

(María Félix)

Mucho antes de que Salma Hayek luciera palmito por las alfombras rojas, la actriz mexicana María Félix brillaba con fuerza en el panorama cinematográfico internacional. María Félix dejó una huella imborrable en los años de gloria del cine del país americano. Rodó casi 50 películas y derrochó glamour por las fiestas donde la flor y nata de la sociedad mexicana se mezclaba. No solo deslumbró por su belleza y por su talento (rodó casi 50 películas), también por las numerosas joyas que lucía. Cartier diseñaba para ella todo tipo de alhajas, (alguna un poco hortera, todo hay que decirlo), según su propio deseo. Es célebre la gargantilla formada por con dos crías de cocodrilo de oro, esmeraldas y diamantes. Precisamente aquel collar ha servido como inspiración a la casa parisina para crear una colección de joyas que recibe el nombre de la actriz.

Apodada “La Doña” por su papel en Doña Bárbara, la actriz tenía una personalidad masculina y tan particular que se interpretaba a sí misma en cada papel. Su mirada perturbadora cautivó a muchos hombres y mujeres, entre sus amantes se encuentra Jorge Negrete. De ella se dice que tuvo una relación incestuosa con su hermano, que acabaría suicidándose, y que fue amante de Frida Kahlo.

Considerada la “Reina de México”, el pasado jueves se cumplieron seis años de su muerte, día que coincide con su cumpleaños. Sus admiradores la recordaron frente a su mausoleo en el Panteón Francés de Ciudad de México admiradores al son de música de mariachis. “Es la única, la más bella, la que puso más alto el nombre de México”, declaró una de las personas asistentes. “México la recordará siempre, fue una embajadora de nuestro país en el resto del mundo”, añadió el secretario de uno de sus clubes de admiradores.

5 de abril de 2008

Bette cumple 100 años


Seguramente sea la única actriz de Hollywood (y mira que hay actrices por allí…) que posee talento, personalidad y una gran carrera cinematográfica, y todo eso siendo fea. Las tres primeras cualidades las han conseguido varias actrices en la historia. Se me vienen a la cabeza por ejemplo, Katharine Hepburn o Ingrid Bergman. Pero ser fea y conseguir todo eso en un sitio tan materialista y superficial como los Estados Unidos tiene bastante mérito. Por eso, cuando se escucha el nombre de Bette Davis, hay que dejar lo que uno está haciendo y prestar atención, sobre todo hoy: el día en que la diva hubiera cumplido 100 años.

Y es que Bette Davis tiene un altar en la historia del cine americano tan venerado que sus compatriotas se frotan las manos preparando homenajes, visitas turísticas a su pueblo natal (en Massachusetts) o abriendo museos conmemorativos. No es para menos, teniendo en cuenta que Bette era estadounidense y no una actriz más robada al cine europeo. Davis filmó más de cien películas a lo largo de su vida, logró diez candidaturas al Oscar y se llevó dos. Brilló entre los años 1937 y 1941, con títulos como Jezabel, Amarga victoria o La Loba, y estuvo a punto de conseguir el papel de Escarlata O´Hara, en Lo que el viento se llevó (lo que me recuerda que tengo que hacer un post de Vivien Leigh ya).

En la década de los 50, la madurez de la cuarentena afectó gravemente a su carrera (de la misma manera que ahora le ocurre a Julia Roberts o a Melanie Griffith). Es conocido por todos el anuncio que ella misma publicó en la prensa para conseguir trabajo y, de paso, criticar a los todopoderosos estudios: “Actriz con dos Oscar y gran experiencia busca trabajo”. Es en esa época cuando le ofrecieron uno de sus papeles más recordados: el de Margo Channing, en All about Eve.

Bette Davis murió en 1989, enferma de cáncer, vieja, calva y con un cigarrillo en la mano. Pero sin perder ni una pizca de elegancia ni de divismo. Su última aparición pública tuvo lugar en España, es el Festival de Cine de San Sebastián, donde fue a recoger el Premio Donosti. Con peluca y estratégicamente apoyada en un mueble antiguo para no desplomarse sobre el escenario, recibió la última ovación de su vida. Quince días después murió en París, su secretaria escribió diciendo que había querido ser amortajada precisamente con el vestido que lució aquella noche.